Tomado
por mi porfiada melancolía (ella se me agolpa con toda su vitalidad en tiempos
de vulnerabilidad y confusión), recorro aquel destartalado estante lleno de
cachureos; un viejo libro en mis manos (lo recuerdo, lo compre en el ’85, en San
Diego), lo hojeo, la cadencia de mis dedos manifiestan la nostalgia del momento,
de pronto una fotografía mía a los 23, la acaricio, atrás unas letras de mujer…
…”amo
tu vitalidad de hombre honesto”.
Leo…
un torrente de emociones se me agolpa, lloro, lloro con la fotografía entre mis
manos…
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